Miles
de fieles asisten al santuario de le Virgen del Rosario de Yauca
El
primer domingo del mes de octubre de todos los años se efectúa la peregrinación
al Santuario de la Virgen de Yauca, que se encuentra en pleno desierto iqueño y
se ubica a 30 kilómetros, aproximadamente al sur este de la ciudad. Es el
inicio de una semana de celebraciones en recuerdo a la imagen protectora de la
ciudad.
Una semana antes al primer domingo del mes de Octubre, realizan el acto
tradicional, llamado el barrido, en donde todos los devotos realizan parte de
la limpieza y aseo del Templo. El día sábado previo a la celebración el
desierto se llena de luces. Son los peregrinos que cumplen la promesa de llegar
a pie y se alumbran con velas, faroles o linternas, realizan la caminata de
desde la ciudad al Santuario.
Aprovechan
la noche y la madrugada para librarse del calcinante sol, durante 5 o 6 horas
aproximadamente. En el Templo se realizan misas continuas cada hora, en las que
los fieles muestran su devoción y fervor a la Virgen. Alrededor del Templo se
levantan cientos de pequeñas carpas, donde vivanderas de toda la región Ica,
ofrecen comidas y bebidas.
Por
la tarde sale la procesión Virgen, con una asistencia de quince mil peregrinos. Esta devoción a la Virgen de Yauca, se inició en el
año 1700 cuando tres campesinos hallaron la imagen cerca de un matorral, según
aparece en un documento que se guarda en el
Santuario. La tradición cuenta que
en la inmensa y desolada pampa de Yauca, que se extiende al sureste de la
ciudad de Ica, fue encontrada entre matorrales, una pequeña escultura de
Nuestra Señora del Rosario, con el Niño Jesús y un rosario nacarado en sus
manos. Se presume que la imagen, de aproximadamente 60 centímetros de altura,
fue abandonada por arrieros que al bajar de la serranía ayacuchana se perdieron
en medio del desierto iqueño.
Según
los testigos presenciales, que suscribieron un acta con los hechos que se
indican, el acontecimiento ocurrió el 3 de octubre de 1701. Gracias al
documento sus nombres no quedaron en el olvido; fueron ellos Nicolás Ortega,
Diego Gutiérrez y Francisco Córdova.
Pensaron entonces en trasladarla a Ica, pero al intentar levantarla no lo consiguieron. Interpretaron el hecho como un deseo de la Madre de Dios de permanecer en aquellos descampados.
Pensaron entonces en trasladarla a Ica, pero al intentar levantarla no lo consiguieron. Interpretaron el hecho como un deseo de la Madre de Dios de permanecer en aquellos descampados.
Con
la ayuda de Calixto Muñoz le edificaron una sencilla capilla en las
inmediaciones; y fue sólo después de una plegaria suya que la imagen se dejó
conducir suavemente a su nueva morada, ante el asombro de toda la concurrencia.
La noticia corrió por valles y montañas, y desde entonces la Virgen de Yauca es
venerada por sus hijos iqueños, que la hicieron su Patrona, y especialmente en
el mes de octubre le tributan filial y cálida devoción.
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